marzo 2021 Archivos
Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.
Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios.
Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones.
Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros.
El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.
Más vale lo poco de un justo que lo mucho de innumerables malvados; porque el brazo de los impíos será quebado, pero el Señor sostendrá a los justos.
La memoria de los justos es una bendición, pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos.
¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! ¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero a Dios, para que luego Dios le pague? Porque todas las cosas proceden de Él, y existen por Él y para Él. ¡A Él sea la gloria por siempre! Amén.
Guarda silencio ante el Señor, y espera en Él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados.
Pues ustedes no recibieron un espíritu que los hace esclavos otra vez del miedo, sino aue reicbieron al Espíritu que los adopta como hijos. Por él clamamos: "¡Abba! ¡Padre!"
¿Quién realizó esto? ¿Quién lo hizo posible? ¿Quién llamó a las generaciones desde el principio? Yo, el Señor, soy el primero y seré el mismo hasta el fin.
Los labios del justo orientan a muchos; los necios mueren por falta de juicio.
Encomienda al SEÑOR tu camino, confía en El, que El actuará; hará resplandecer tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía.
porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que fueron bautizados en Cristo se han revestido de Cristo.
Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.
Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado.
Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu que vive en ustedes.
Jabés le rogó a Dios de Israel: "Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y librame del mal, para que no padezca aflicción." Y Dios le concedió su peticion.
Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. Contra estas cosas no hay ley.
Porque lo que la ley era incapaz de hacer, por restarle fuerzas la naturaleza pecaminosa, lo hizo Dios al enviar a su propio Hijo en condición semejante a la del hombre pecador para ser sacrificio por el pecado. Así condenó al pecado en el hombre pecador, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, los que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu.
Si alguno me ama, obedecerá mis enseñanzas. Mi Padre lo amará, y vendremos a vivir en Él.
De esto somos nosotros testigos, y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a quienes le obedecen.
Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor.
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús, ya que, por medio de Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me libró de la ley del pecado y de la muerte.
Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados—les contestó Pedro— y recibirán el don del Espíritu Santo.
Confia en el Señor y haz el bien; establéce en la tierra y manténte fiel.
No te irrites a causa de los impíos; ni tengas envidia de los que cometen injusticias. Porque pronto se marchitan, como la hierba pronto se secan, como el verdor de pasto.
Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma.