abril 2023 Archivos
Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Levántate, oh Señor; alza, oh Dios, tu mano. No te olvides de los pobres.
La religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo.
Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana.
Tú lo has visto, porque has contemplado la malicia y la vejación, para hacer justicia con tu mano. A ti se acoge el desvalido; tú has sido amparo del huérfano.
Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil almas.
Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento.
¡Aleluya! Oh alma mía, alaba al Señor. Alabaré al Señor mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista.
Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares.
Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.
Grande es el Señor, y digno de ser alabado en gran manera; y su grandeza es inescrutable. Una generación alabará tus obras a otra generación, y anunciará tus hechos poderosos.
Pero corra el juicio como las aguas y la justicia como una corriente inagotable.
El Sñor hace justicia, y juicios a favor de todos los oprimidos.
Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense! Que su bondad sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca.
Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
Paguen a todos lo que deban; si deben impuestos, paguen impuestos; si deben tributo, paguen tributo; si deben respeto, paguen temor; si deben honor, den honor.
¡Y ni siquiera saben lo que mañana será de su vida! Ustedes son como una neblina que aparece por un momento y en seguida desaparece. Lo que deben decir es: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.”
El hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa.
Aborrezcan el mal, amen el bien, y establezcan la justicia en la puerta. Tal vez el Señor, Dios de los ejércitos, sea misericordioso con el remanente de José.
Todo esto no es más que la sombra de lo que ha de venir, pero la verdadera realidad es Cristo.
Por eso, habiendo recibido a Jesucristo como su Señor, deben comportarse como quienes pertenecen a Cristo, con profundas raíces en Él, firmemente basados en Él por la fe, como se les enseñó, y dando siempre gracias a Dios.
El poderoso Dios, el Señor, ha hablado, y convocado a la tierra, desde el nacimiento del sol hasta su ocaso.
Oh Señor, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas, respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia.
Busquen el bien y no el mal, y vivirán; así será verdad lo que ustedes dicen: que el Señor, el Dios todopoderoso, está con ustedes.
Queridos hermanos, les ruego, como a extranjeros de paso por este mundo, que no den lugar a los deseos humanos que luchan contra el alma.
En cuanto a mí, a Dios invocaré, y el Señor me salvará. Tarde, mañana y mediodía me lamentaré y gemiré, y Él oirá mi voz.
Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz a ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor.
Después de estas cosas, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato concedió el permiso. Entonces él vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. Y Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, vino también, trayendo una mezcla de mirra y áloe como de cien libras .
También Judas, el que le iba a entregar, conocía el lugar, porque Jesús se había reunido allí a menudo con sus discípulos.
Porque la necedad de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres.