abril 2024 Archivos
Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el cual fueron sellados para el día de la redención. Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia.
Pero desde ahí buscarás al Señor tu Dios, y lo hallarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.
Para hacer cuanto tu mano y tu propósito habían predestinado que sucediera.
No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal.
"En su ira no pequen" no se ponga el sol sobre su enojo, ni den oportunidad al diablo.
El cual fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado por causa de nuestra justificación.
También les decía: Cuídense de lo que oyen. Con la medida con que midan, se les medirá, y aún más se les dará. Porque al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad.
Que en cuanto a su anterior manera de vivir, despójense del hombre viejo, que se corrompe según los deseos engañosos, y que sean renovados en el espíritu de su mente.
Y este mandamiento tenemos de Él: Que el que ama a Dios, ame también a su hermano.
A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes.
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.
De quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor.
Reflexiona sobre estas cosas; dedícate a ellas, para que tu aprovechamiento sea evidente a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza; persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan.
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios traerá con Él a los que durmieron en Jesús.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza.
El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.
En esto consiste el amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros.
Por tanto, sométanse a Dios. Resistan, pues, al diablo y huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores; y ustedes de doble ánimo, purifiquen sus corazones.
Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a la santificación. Por consiguiente, el que rechaza esto no rechaza al hombre, sino al Dios que les da su Espíritu Santo.
Y porque son hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre!
vayan sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo. Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona.
Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para redimir a esos bajo la ley, para que pudiéramos recibir todos los derechos de hijos.
Porque esta es la voluntad de Dios: Su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual.
Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Cuando clamo, respóndeme, oh Dios de mi justicia. En la angustia me has aliviado; ten piedad de mí, escucha mi oración.